










Yente: Notas para un ensayo sobre su obra
En conmemoración del centenario del nacimiento de Yente -una sutil artista argentina que espera aún un estudio extenso y pormenorizado de su variada obra- es oportuno hacer una breve reflexión sobre los rasgos más salientes de su personalidad creadora, que acompañen el homenaje que AMIA realiza en su espacio dedicado al arte, mostrando un conjunto de su producción abstracta.
Esta descendiente de inmigrantes judíos que llegaron desde Europa y se radicaron en la Argentina a fines del siglo XIX, experimentó desde temprano pasiones complementarias: por la filosofía -carrera que cursó en la Universidad de Buenos Aires, de la que egresara en 1932- y por las artes plásticas, iniciándose en los fundamentos del dibujo clásico, en el taller de Vicente Puig. Posteriormente, en una prolongada visita a una de sus hermanas en Santiago de Chile, asistió en forma libre, durante dos años, a la recién creada Academia de Bellas Artes.
En este punto se produjo un encuentro crucial en su vida. En 1935, de regreso en Buenos Aires, conoció al pintor Juan Del Prete. Quedó deslumbrada por la audaz obra abstracta que el artista exponía en ese momento en la galería de la revista Sur, tendencia que venía tratando de difundir en la Argentina desde 1933. Por su parte, a Del Prete le atrajeron profundamente sus ojos azules. La relación pasó del intercambio artístico al plano personal, cimentando una unión que iba a durar toda la vida.
A partir de ese momento, Yente estuvo atenta al ejemplo creativo del que sería su marido. Siguió sus consejos y comenzó a ensayar sus finos temples, tintas y óleos no figurativos. Alternó composiciones donde predominaban figuras lobuladas y flotantes, trabajadas con colores planos en delicadas combinaciones, con otras donde la ambigüedad de las formas era producto de múltiples intersecciones, distinguibles por variaciones cromáticas. Estas últimas parecen mantener residuos de naturalezas muertas cubistas, tratadas con un alto grado de depuración.
Esta producción, y la de los años siguientes, recién fue mostrada al público en 1945 cuando expuso en la Galería Müller. Allí, como acostumbraba a hacer Del Prete, alternó obra abstracta y figurativa. Introdujo además, sus primeros relieves, que serían la técnica exclusiva de los trabajos que presentara al año siguiente en el mismo espacio. Para ellos utilizó un material aglomerado, liviano y blando, llamado “celotex”, con el que logró, ahuecando, desbastando y superponiendo, independizar las formas de los fondos o multiplicar los niveles de los planos y las figuras. Con este sistema también fabricó objetos que, como estos relieves, adquirieron cada vez un mayor rigor constructivo, matizado por la rugosa textura del soporte. Este fue el momento en que los jóvenes integrantes del movimiento concreto argentino reconocieron en Del Prete a un pionero solitario.
Yente fechó el encuentro en 1945, cuando Tomás Maldonado los acercara una revista del grupo, produciéndose el inmediato y mutuo apoyo. Los miembros de la Asociación Arte Concreto-Invención sacaron a la pareja, por algunos años, del aislamiento estético en que se encontraba, dando comienzo a una genealogía, hoy reconocida por la historia del arte argentino.
Yente formó parte de los comienzos de la vanguardia abstracta en la Argentina, de hecho fue la primera artista mujer del país en aventurarse por este camino. Pero la decisión de privilegiar la carrera artística de su compañero contribuyó a que su trabajo se mantuviera en un lugar asaz discreto. Esto no impidió la continuidad de su producción, que no abandonó a lo largo de toda su vida, pero su proyección profesional fue, deliberadamente, menos notoria que la de Del Prete.
Hoy parecen estar dadas mejores condiciones para recuperar, justipreciar y poner de relieve la profusa y distintiva labor artística de Yente. Este puede ser el comienzo.
Adriana Lauria
Investigadora y Docente de la UBA