









La dimensión desconocida
“En la pintura el artista establece como un puente misterioso entre el ánimo de los personajes y el del espectador.
El arte del pintor es tanto más intimo para el corazón del hombre cuanto más material parece, porque en él, como en la naturaleza exterior, hay una clara división entre lo finito y lo infinito, es decir lo que el alma siente que la agita íntimamente…”
Eugéne Delacroix
Texto del artista
Hace algo así como 10 años un amigo petisito que vivía en New York, y estaba renovando su visa en Argentina me dijo: “Te quiero presentar a alguien genial!”. Nos subimos a un taxi espontáneamente y nos dirigimos a la casa-taller que Diego G. tenía en el Abasto. Comparto con Diego la pertenencia al gremio de los pintores románticos y me refiero al nombrar a este linaje, a cierta actitud ante la pintura que se expresa en una búsqueda particular de contenidos internos, poco definibles intelectualmente, pertenecientes, más bien, a mundos sensibles y psicológicos.
La manera de cristalizar estas sensaciones sutiles, en materia pictórica, es un proceso que se corrobora cuadro a cuadro, que es mezquino en cuanto a certezas, y que motoriza una exploración constante en ese desafío que es el maridaje potente entre forma y contenido.
En primera instancia el realismo ajustado y vigoroso de las obras de Diego nos seduce a un recorrido de lo meticuloso, observando cada detalle.
Pero sin embargo creo que es en un plano netamente pictórico donde sucede el relato esencial; es en la sensualidad de la materia donde se da ese desfasaje de dimensiones paralelas, donde se leen varios estratos (la última serie de obras fue realizada netamente al óleo).
Es así como una estructura rocosa se transforma por la exageración de sus brillos, sus aristas y su pigmentación en una presencia orgánica, casi amenazante para la pescadora que se posa sobre ella. O como una cacatúa equilibrista muta en fulgor y luminosidad de dios oriental, a través de los blancos del óleo iridiscente.
Me interesa el modo de coexistencia en las imágenes de Diego, de cierta belleza cotidiana y banal, protagonizada muchas veces por mujeres jóvenes y hermosas, con proyecciones hacia un esplendor sacro e idealizado, una mezcla extraña de Ingres, Vogue y The twilight zone; y todo esto al compás de Air (cuando lo conocí, Moon Safari sonaba como un loop en su estudio), y las melodías melancólicas de Angelo Badalamenti.
Sé que analogar a un artista o a sus obras es como una profanación pero como mi oficio es también de pintor, puedo abusar de este recurso y ser disculpado…
Para terminar quiero destacar lo siguiente: El hecho de que Diego haya realizado muestras en el exterior, así como el compromiso en su búsqueda tenaz en el desarrollo de su pintura mas allá de compromisos externos, (con Diego hablamos mucho de estos antagonismos) hicieron que pase mucho tiempo sin que realice una muestra individual en Argentina, es por esto que de alguna manera estas obras tienen el aura de un regreso luego de una ausencia.
Siento como una celebración el intento de esta búsqueda, y que la experiencia estética es la que determina finalmente su propio sentido.
Crucemos ese lindero a la manera de una ofrenda.
N N Vecino.
Bs As 2008
FICHA TÉCNICA
Título: Cometa Raketa
Artista: Diego Gravinese
Fecha: Septiembre 2008
Se expuso en Espacio de Arte AMIA
Se realizó catálogo para esta muestra
PRENSA