

















Me gusta pensar que el concepto de un proyecto pueda definirse a partir de una pregunta. El programa “Murales por la Memoria” tiene su génesis en una apelación y su desarrollo es el proceso de búsqueda de respuestas parciales y puntuales que fortalecen cada vez más la interrogación. Dicho de otro modo, lo importante de este cuestionamiento no es solamente la contestación sino la posibilidad de multiplicar e irradiar la interrogación: ¿de qué no nos tenemos que olvidar los argentinos?
“Murales por la Memoria” propone un cruce entre la posibilidad comunicadora que tiene el arte, el rol pedagógico y de transmisión histórica que se desprende de la particularidad de los murales como un alfabeto pictórico o señalética artística y el convencimiento y la necesidad de recordar como parte constitutiva de la identidad de una sociedad-nación. Porque somos lo que recordamos y porque la memoria es un proceso en construcción nos parecía importante hacer un aporte en este sentido desde el arte y los artistas.
Con esta obra de Eduardo Faradje en homenaje a los que perdieron la vida en la guerra de Malvinas culmina la primera etapa de este programa. Durante más de tres años intentamos responder la pregunta originaria a través de la obra de Mariano Sapia con Olvido Terminal, un mural sobre la Shoá-Holocausto; Memoria Argentina de Omar Panosetti recordando el atentado a la AMIA; Rostros para la Memoria es un homenaje a los desaparecidos durante la última dictadura militar en la Argentina realizado por Diego Perrotta; Claudio Gallina con el mural ¿Quién se acuerda del Genocidio Armenio? y en homenaje a los pueblos originarios, Leonel Luna con El origen de los pueblos.
649 argentinos muertos fueron el saldo de la guerra en 1982. Conforman una red innumerable de historias familiares truncadas, de sueños incumplidos, de dolores producidos por la ausencia. Padres, madres, hijos, novias, amigos, que vieron alejarse de sus vidas a sus seres queridos. Ellos son el centro de la recordación, es por eso que el mural incorpora el nombre de cada uno con la necesidad imperiosa de volver a nombrarlos, traerlos al presente, no solamente por la memoria de todos ellos sino porque el olvido de ellos nos haría mal a cada uno de nosotros como individuos y sociedad.
En una guerra “no solamente mueren los muertos”. La tragedia incluye a los que estuvieron ahí, a los heridos, y sobre todo al efecto nada colateral que atravesó y atraviesa la vida de miles de argentinos para quienes el tiempo no borra las heridas. Faradje, para la realización de esta obra, se retrotrae a las fuentes antiguas y adopta la técnica de la encaústica que se caracteriza por la utilización de cera de abejas como aglutinante de los pigmentos. Hay trapos, trapos teñidos, quemados, metales. Es un gran collage matérico donde todo colapsa y reconstruye. Metáfora profunda y simbólica para abordar el hundimiento del Belgrano. Los materiales inservibles que utiliza el artista se reinventan en una nueva función, la de dar vida a una imagen cargada de múltiples significados y algunos sentimientos contradictorios. El mural de Faradje emociona e indigna y lo hace sin mostrar un solo rostro humano. Eduardo Faradje revisa la historia reciente de nuestro país a partir del collage, esta técnica también puede ser una alegoría sobre el trabajo necesario que debemos realizar en la construcción de la memoria. Recortar y pegar, no para construir una nueva historia, sino para dotar a nuestra identidad de aquellos acontecimientos que deben nutrirla y que su falta no solamente la haría injusta sino dudosa.
Elio Kapszuk – Director del Espacio de Arte AMIA
FICHA TÉCNICA
Título: En hundimiento
Artista: Eduardo Faradje
Fecha: Abril 2012
Se expuso en Multiarte SIGEN
Se realizó catálogo para la muestra
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