28 marzo 2024 / 18 Adar II 5784
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Retratos – Jasmine Bakalarz (2012)

Espacio de Arte Muestras

Reflexiones sobre los retratos de Jasmine Bakalarz

Extracto de un texto por James D. Campbell

“Resulta imposible establecer la verdad sin una proposición esencial de la otredad. La verdad nunca es lo mismo. Sólo puede haber verdad bajo la forma de ese otro mundo y esa otra vida.”

-Michel Foucault

Los retratos de Jasmine Bakalarz parecen imbuidos de una profunda, perdurable y casi sempiterna quietud. Sus sujetos parecen provenir de un pozo profundo, instanciados en el presente con claridad y gravitas. El suyo es arte de una gracia atemporal y de otro mundo. De alguna manera logra capturar la esencia de sus sujetos –su intensidad, su honestidad, su enojo, tal vez su pérdida– sin recurrir a ningún tipo de manipulación. Podríamos suponerla poseedora de un coraje de la verdad capaz de trascender la ética documental que también es suya. Esos sujetos son capturados con inquietante franqueza, sin poner en duda jamás su inherente dignidad.

Durante los últimos años, la obra fotográfica de Bakalarz se centra principalmente en retratos de gran formato en color que captan ciertos estados psicológicos de los niños que se corresponden, según sostiene la artista, con su identidad de género y su entorno sociocultural inmediato. Bakalarz suele fotografiar a sus sujetos en disfraz pero son la expresión, la pose y otra cosa aún más elusiva lo que plasma la verdad de su condición interior.

Considérese su retrato de dos hermanas jasídicas, las niñas miran hacia la fotógrafa desde el interior de un cuarto, pero las suyas son miradas de pura interioridad, que se instalan con firmeza en ese silencio fenomenal que las aísla en el tiempo de una manera prácticamente Proustiana. Una de ellas es más alta que la otra, las dos llevan el mismo atuendo y parecen unidas por la cadera, dando a entender así un pacto sellado mucho tiempo atrás, personal y culturalmente.

En una extensa obra que comprende un impactante despliegue de series autónomas, entre las que explora diversas competencias norteamericanas para niños (como los Concursos de Belleza) como así también los mundos del baile de salón, el ballet, la equitación y otros, logra retratos hipnóticos de niños y adolescentes –en su mayoría, de género femenino– en estados de transición psicológica y de subjetividad, definitoria, desafiante y siempre radiante. De hecho, los luminosos retratos de Bakalarz son tan reveladores del estado psíquico de sus sujetos que recuerdan a fotógrafos tan distintos en tiempo y lugar como Diane Arbus (recuérdese su retrato del joven en el Central Park, con una granada en la mano, pero sin esa pieza de utilería obvia), Mary Ellen Mark (su salvaje honestidad).

Resulta natural que su última producción sean varias series de retratos de niñas latinoamericanas, en tanto Bakalarz nació y se crió en Buenos Aires, donde todavía vive parte de su familia, repartida además en Toronto y otros lugares del mundo. Si bien tiene una naturaleza nómade, su memoria subjetiva personal y visual tiene sus raíces en sus primeros años de vida en Buenos Aires.

James D. Campbell es un distinguido crítico y curador de arte, con residencia en Montreal. Es el autor de más de 100 catálogos y libros sobre arte y artistas. Campbell también contribuye regularmente con varias revistas de arte, entre las que se cuentan Frieze, Border Crossings, Canadian Art y otras.

Traducción: Jane Brodie

 

Sobre Beauty Pageants, de Jasmine Bakalarz/Augusto Zanela

“Nada puede ser fotografiado fuera de lo que debe ser fotografiado”

Pierre Bordieu, Creencia artística y bienes simbólicos

En el ensayo de Bordieu de donde extraje la cita que inicia este texto se hace referencia a cómo fue incorporándose socialmente la fotografía de niñas y niños a la cultura popular. En su ensayo “El campesino y la fotografía” leemos: “En la antigua sociedad, el niño no era jamás como hoy el centro de las miradas. Las grandes fiestas y las ceremonias de la vida aldeana eran sobre todo asuntos de los adultos y es solamente a partir de 1945 que las fiestas de los niños (la Navidad o la Primera Comunión, por ejemplo) han tomado importancia. A medida que la sociedad otorga un lugar más grande a los niños, y, al mismo tiempo, a la mujer en cuanto a madre, la costumbre de hacerlos fotografiar se refuerza…Antaño se fotografiaba sobre todo a los adultos, secundariamente a los grupos familiares que reunían padres e hijos y excepcionalmente niños solos. Hoy es a la inversa.” Un poco más adelante, el sociólogo francés se detiene en la foto de eventos sociales: “La fotografía de las grandes ceremonias es posible porque –y solamente porque-fija conductas socialmente aprobadas y socialmente regladas, es decir, solemnizadas. Nada puede ser fotografiado fuera de lo que debe ser fotografiado. La ceremonia puede ser fotografiada porque escapa a la rutina cotidiana y debe ser fotografiada porque realiza la imagen que el grupo entiende dar de sí mismo en cuanto grupo. Lo que es fotografiado es lo que aprehende el lector de la fotografía, lo que no es, propiamente hablando, individuos en su particularidad singular, sino roles sociales”

En los retratos de Jasmine Bakalarz sobre niñas que participan de concursos de belleza en el hemisferio Norte vemos fotos de pequeñas muy pequeñas que posan, generalmente producidas y maquilladas o en el proceso de producción, ante la cámara de Jasmine quien, manteniendo una distancia crítica con la escena, las registra en actitudes que se alejan sensiblemente de la idea de espontaneidad natural del género. Las niñas aparecen serias, concentradas, a veces miran a cámara, otras no, como sabiendo qué hacer ante la lente, sin dejar traslucir su impresión sobre el evento social en el que participan fundamentalmente como una extensión del deseo de sus padres de celebración de la belleza de sus hijos, como si hiciera falta confirmar públicamente que siempre nuestros hijos son los más lindos. El “deber ser” de la fotografía del evento social que menciona Bordieu se ve en estas imágenes completamente solemnizado, tal como reza el sociólogo, en cuanto a conducta socialmente aprobada cumpliendo así con el precepto de realizar la imagen que esa sociedad entiende dar de sí misma, sin siquiera percibir tangencialmente el aspecto crítico concebido en este ensayo. En otras épocas el fotógrafo Lewis Hine registraba imágenes de niñas y niños trabajadores con el objetivo que la propia sociedad vea (y entienda) lo que estaba haciendo con sus más pequeños integrantes.  Las fotografías de Jasmine, más allá de mostrar con precisión clínica aquello que pretende señalar, son pura sugerencia, no se hace explícita la denuncia ni la crítica, pero claramente se observa que ninguno de los sujetos que aparecen en las imágenes celebra nada, a pesar de los trofeos que se ven en algunas fotos, nadie sonríe para la cámara -tampoco se ven risas espontáneas perdidas por ahí-, ninguna aparece jugando, no hay vestigios de actividad infantil. Los escenarios que sirven de fondo son meros decorados feriales, completamente despersonalizados, casi intrascendentes. Los adultos que acompañan a esas niñas son sólo una imagen un poco movida o desenfocada de alguien menesteroso (todas mujeres, todas madres) que aplicadamente se ocupa de hacer aún más encantadora a la pequeña para luego empujarla drásticamente al mundo adulto a través de un sistema competitivo que más adelante, cuando sean adolescentes, se transformará en trabajo o brindará acceso al mismo. Recuerdo la escena de la película Little Miss Sunshine donde Olive, la pequeña protagonista se presenta al concurso de belleza infantil haciendo una coreografía propia de una stripper profesional aprendida de los consejos e indicaciones de su abuelo, veterano de guerra expulsado de un asilo y perfecto conocedor de costumbres licenciosas, escandalizando al resto de las madres y padres que acompañaban a sus hijas a concursar o que eran parte del jurado, y poniendo de esa manera públicamente en crisis el tono moral de una sociedad que impulsa a sus integrantes a la competencia exitista desde su más temprana edad, pero que ve de malos modos aquel gesto que les devuelve, casi como un espejo deformante, un retrato transfigurado que no coincide con el que hicieron de sí mismos. Y al final terminamos preguntándonos si con todo lo aprehendido estamos muy equivocados en ver casi como una mueca absurda esa imagen que estos individuos, desprovistos de su particularidad singular, muestran como rol social.

FICHA TÉCNICA

Título: Retratos

Artista: Jasmine Bakalarz

Fecha: Abril 2012

Se expuso en Espacio de Arte AMIA

Se realizó catálogo para la muestra

PRENSA

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